La evolución de la tecnología de blockchain ha impulsado innovaciones como las criptomonedas, los protocolos de finanzas descentralizadas, y, ahora, la nueva tendencia de los non-fungible tokens (NFTs), o coleccionables digitales. Aunque, a primera vista, estas tendencias parecen inofensivas, la falta de regulación, las amenazas tradicionales, y las vulnerabilidades en las billeteras digitales crean el escenario perfecto para que los cibercriminales lancen su red de ataques, generando pérdidas reales para empresas y usuarios.
Desde hace varios años venimos escuchando sobre criptomonedas como Bitcoin. Sin embargo, este año se ha registrado un furor en el uso de criptomonedas en América Latina como consecuencia de la crisis económica magnificada por la pandemia y luego de que varios países, como El Salvador, anunciaran que adoptarían Bitcoin como moneda de curso legal.
Según datos de Statista, Perú lidera los países latinoamericanos en adopción con 16%, representando más de 5 millones de habitantes que tendrían algo de Bitcoin en sus carteras. Le sigue Argentina con un porcentaje de adopción de 14% (6 millones de habitantes). Por su parte, Chile tiene una adopción de 12%, según la encuesta (equivale a 2 millones de habitantes), y México, una adopción de 10% (12,7 millones de habitantes). Aunque no fueron incluidos en el listado, cabe señalar que Colombia y Venezuela también cuentan con una amplía adopción de criptomonedas a través del intercambio Peer-to-Peer (P2P) en plataformas fuera del mercado regulado.
“Todos los países de Latinoamérica son un gran mercado para las criptomonedas. No solamente porque es un mercado que está en constante crecimiento, sino porque empiezan a ser vistas como refugio de valor, una forma de escapar a las constantes inestabilidades políticas y económicas latinoamericanas, especialmente las creadas durante la pandemia. Sin embargo, hay que considerar que, aunque esto representa una oportunidad de inversión para unos, hace mucho más atractivo el robo de criptomonedas para otros”, señala Santiago Pontiroli, analista de seguridad en Kaspersky.