En la tierra surcada por las aguas del Río Iguazú, que fluye con un ancho de mil quinientos metros y desemboca en el Río Paraná, abrazando islas e islotes, se llega hasta un barranco de lava que se formó hace millones de años. Aquí nacen las Cataratas del Iguazú, protegidas por el Parque Nacional Iguazú, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace una década y cuyo aniversario es este mes de noviembre.
Las majestuosas postales de las Cataratas de Iguazú son mundialmente reconocidas. Un destino que encuentra la mezcla perfecta entre la naturaleza selvática y una oferta turística desarrollada, para que sus visitantes disfruten de una experiencia única. Por ello, vale la pena aprovechar el tipo de cambio que hoy ofrece Argentina para el turista y anotar este destino en la lista de viajes para disfrutar en las próximas vacaciones.
Si bien sólo 6 de sus 67mil hectáreas son accesibles al público, este Parque Nacional cuenta con una enorme biodiversidad y muchísimas aventuras para sus visitantes. Las Cataratas de Iguazú proporcionan un verdadero safari fotográfico. Además de las impresionantes vistas que ofrecen sus múltiples cascadas, este destino ofrece una gran variedad de flora y fauna para fotografiar.
En esta zona pueden encontrarse más de 400 especies de aves, entre las que destacan tucanes, yacutingas, vencejos de cascada, fruteros multicolores y águilas crestadas, en un escenario con colores, tamaños, vuelos y cánticos de todo tipo. Además, este es el hogar de miles de monos caí y coatíes -conocidos por su gracia y simpatía- junto a zorros de monte, lagartos, yacarés, cuises, agutíes y más. Pero la verdadera figura -aquella que todos buscan para fotografiar- es el yaguareté, un felino salvaje y ágil; súper difícil de avistar.
Las aguas del Río Iguazú no sólo pueden verse desde arriba -entre las pasarelas que se camuflan con el paisaje- sino que también puede vivirse de cerca. Hay dos alternativas para hacerlo. Una de ellas es la Gran Aventura, que -tal como su nombre lo indica- es el plan ideal para los viajeros más intrépidos. Se trata de una lancha que pasa, ni más ni menos, por debajo de varios saltos de agua e incluye un momento para bañarse en el río y sentir su potente caudal. En cambio, si la tranquilidad es lo que busca el turista, este puede optar por el Paseo Ecológico, cuyo plan es navegar por otras corrientes, que esquivan los rápidos y permiten evitar mojarse (tanto). La medida justa de agua, selva y animales.