Colombia, durante el último año y debido a la coyuntura sanitaria mundial, se ha visto afectada de manera negativa en el ámbito laboral, ha sido un año largo lleno de incertidumbre, en el que se ha evidenciado el cierre de muchas empresas y negocios, reducción de personal de diferentes compañías debido al confinamiento, lo que llevó a que muchas personas perdieran su empleo y a que apareciera y tomara fuerza, la informalidad laboral.
Gracias a la unificación de esfuerzos por parte del gobierno nacional, liderado por el Ministerio de Trabajo y de los diferentes miembros de ACOSET (Asociación Colombiana de Empresas de Servicios Temporales), se firmó el “Pacto por el Trabajo Decente”, que tiene como fin «establecer relaciones basadas en la solidaridad, fraternidad, confianza, sentido de pertenencia y crecimiento mutuo a partir del diálogo social que permita llegar a consensos para la generación de empleo digno, avanzar en la formalización laboral que mejoren la productividad y contribuyan a la sostenibilidad de las empresas».
En este pacto, las empresas de servicios temporales juegan un papel muy importante, ya que se articularán con las diferentes entidades públicas para ofrecer un acompañamiento en temas como protección social, incentivos económicos y la promoción del empleo para jóvenes sin que sea necesarios acreditar experiencia; haciendo parte de la reactivación económica, generando empleo de un modo más dinámico, asociado a todos los derechos de un trabajador en el país.
Este el resultado de un esfuerzo de muchos años, realizado por el sector, con el fin de ser reconocidos como aliados estratégicos de diferentes industrias, fomentado el cumplimiento de la legislación, la formalidad y respeto a los derechos laborales de los trabajadores en misión.
Para Nelson Montoya, Country Manager de la multinacional italiana Gi Group, establecida en Colombia y dedicada a brindar soluciones de recursos humanos, “este gran pacto significa un hecho histórico para nuestro sector en la región, en donde el Gobierno formalmente respalda la actividad como un promotor de trabajo formal y decente; alineado con los objetivos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), representando un gran ejemplo para toda Latinoamérica en donde muchas veces se cuestiona la actividad y no se le reconoce como un actor clave en la revolución del trabajo que estamos viviendo”.