La familia Benavides Gómez logró cumplir un sueño que parecía inalcanzable y aunque han tenido que pasar momentos duros, la pareja conformada por Carmen Erika y Yesid Alfonso, puede disfrutar de una casa propia acompañados de sus hijas Mariana e Isabela.
Y es que la vida no ha sido fácil, a Carmen Erika le fue diagnosticado esclerosis sistémica, una enfermedad crónica y autoinmune que afecta la piel y los órganos internos y que se caracteriza por el endurecimiento y la fibrosis de los tejidos.
Los médicos le diagnosticaron la enfermedad cuando su hija Isabela había cumplido sus primeros cuatro años de vida. “Cuatro meses duré con la niña dándole pecho bien, pero después me enfermé me remitieron para Bogotá.
Estuve en silla de ruedas tres meses y después de varias terapias volví a caminar”. Esa situación complicó las finanzas de la familia y se debían aplazar algunos sueños, como tener una casa propia. “Casi no hay mucho trabajo que se diga y es que para hacer una casa hay que tener mucha plata y nosotros difícil” porque “él (su esposo Yesid Alfonso) trabajaba solo en el hogar”.
“A veces cuando no hay trabajo, mejor dicho es duro. Osea si consigue para el mercado no consigue para las otras cosas”, narra con voz quebrada. Eulalia Deaza (abuela de las niñas) recuerda los momentos difíciles que tuvo que pasar Carmen Erika: “Le toco más duro para cuidar la niña que era pura pequeñita. Se le dificultaron las cosas. La mamá tan enferma y la niña pura pequeña, quien la lidiaba. Lo hijos son o primero”.
En medio de esa situación Yesid Alfonso tuvo que redoblar sus esfuerzos, trabajar más duro, incluso pedir adelanto en los trabajos que conseguía para poder pagar los desplazamientos a Bogotá y Zipaquirá para los tratamientos médicos, de manera que el sueño de familia debía aplazarse. “Por eso también no pude hacer la casa. Porque a veces uno trabajaba dos días y en lugar uno de ahorrarlos, tocaba gastarlos en citas con los especialistas. La plata a veces no alcanzaba.
Entonces en el trabajo pedir que le pagaran por adelantado para ir a llevarla a sus terapias”, recuerda con algo de nostalgia. El sueño de casa se le hacía lejano casi imposible porque “en muchas ocasiones a veces uno dice bueno tengo para esto hoy, pero no me alcanzaba, no me alcanzaba para lo otro. S
i tenía para esto, no tenía para las onces de las niñas, entonces no se podía”. Dar el primer paso La familia Benavides Gómez vivía, en ese momento, en una casa fabricada con material de reciclaje. Y aunque se acomodaron a lo que tenían, las dificultades eran evidentes. Cuando Carmen Erika recuerda que debido al frío se complicaba su estado de salud.
“Hace como harto frío, me enfermo, me echan a doler los huesos y los pulmones, la semana pasada me toco ir dos veces a urgencias. Me dijeron que la esclerosis me está avanzando otra vez”. Su esposo también hace memoria de esos momentos:
“Hay veces que hace mucho frio porque como no está todo bien adecuado, bueno la habitación algo sí, pero por decir, la cocina no, y eso a veces hay bastante frío porque donde estamos como incomodos para cocinar para todo”.
“Estaba el tejado, pero se le hicieron roticos y se goteaba. Tenemos un solo baño, pero era el de mi mamá nos lo prestaba. Siempre nos tocaba, estuviera lloviendo o no, salir y dar una vuelta para ir al baño. Hay veces me tocaba acompañar a Erika por su enfermedad para que no se resbalara porque como cuando llueve eso se pone liso”, dice. Pero dieron un paso que les cambió la vida.
Erika habló con una conocida que le habló de la Fundación Catalina Muñoz, que ayudaba a construir viviendas a familias que viven e pobreza extrema.
“Herminda le dijo que ella también se iba a anotar y que les estaban dando casa para quienes no teníamos casa, a quienes no teníamos la posibilidad el dinero para hacer una casa”. Se animaron y fueron seleccionados: “Nos respondieron. Nos aceptaron. Nos pusimos contentos porque nos dijeron que sí, que alistaramos papeles y todo lo del terreno. Yo emocionada le iba marcando a Yesid y le iba avisando lo que nos iban escribiendo”, recuerda Carmen Erika.
“Cuando llegué por la tarde y Erika dijo, escribieron que sí, que nos van a dar la vivienda, Uno se pone como si le cruzara un frío por todo el cuerpo. Porque uno ni puede ni hablar”, dice su esposo. Manos a la obra Tras ser seleccionados, la Fundación Catalina Muñoz hizo posible su sueño.
Los voluntarios se pusieron manos a la obra y levantaron la vivienda que ahora disfruta la familia Benavides Gómez. “
Lo que hacemos con la construcción de este modulo de vivienda es entregar una vivienda donde todos los componentes están dentro del mismo espacio, habitaciones, cocina, un espacio social, un baño un piso en concreto (es decir, hay un indicador menos que estamos descartando que es el piso en tierra)”, destaca el director ejecutivo de la Fundación, Gohard Giraldo.
Y añade: “Tenemos también las divisiones entre espacios, (con lo que disminuimos los indicadores de hacinamiento critico entre las familias) y una cubierta en buen estado, que no se entre el agua. “Darle un techo a las familias que no lo tienen y darle un hogar digna a las familias que no lo tienen. Estos beneficios que genera tener una casa y un hogar digno es lo que permite que nosotros podamos contribuir a que una familia supere su condición de pobreza extrema”, destaca.
Para Luz Dary Gómez, de quien surgió la idea de dar soluciones de vivienda a familias vulnerables, a través de la Fundación Catalina Muñoz, enfatiza en que el trabajo de los voluntarios ha sido importante. “Catalina ha sido de gran inspiración para la construcción de 4.400 viviendas.
Ella acerca muchos voluntarios jóvenes a todo esto. Todos estos jóvenes que dejan de irse a un fin de semana a una fiesta, a su club y deciden venir a dar de ellos. Han participado en la construcción de estas viviendas, más de 160.000 voluntarios”, reconoce.
Tras recibir las llaves de su casa, Carmen Erika dice que es algo que llegó sin esperarlo: “Fue como un milagro porque salimos favorecidos en la Fundación Catalina Muñoz, Estamos muy contentos.
Dios los bendiga porque cumplieron un sueño. Estamos muy felices toda la familia” Yesid Alfonso, por su parte, no oculta la emoción también expresó sus sentimientos al entrar a la que ahora es su nueva vivienda: “Muchas Gracias a Catalina Muñoz y a todos los voluntarios que nos colaboraron.