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El comercio ilegal mundial de vida silvestre y cómo las empresas pueden ayudar a detenerlo

Por: Adrian Sanchez, director de cumplimiento de delitos financieros LATAM, LexisNexis Risk Solutions

El tráfico de drogas y personas y el comercio ilegal de armas suelen venir a la mente cuando escuchamos sobre el lavado de dinero global y su asociación con el crimen organizado transnacional. Sin embargo, según el Banco Mundial, los delitos contra la vida silvestre son el cuarto negocio ilegal más lucrativo después de los narcóticos, el tráfico de personas y las armas.

El comercio de vida silvestre se refiere al comercio de productos que se derivan de animales o plantas no domesticados, que generalmente se extraen de su entorno natural o se crían en condiciones controladas; estos incluyen animales o flora vivos o muertos. Los delincuentes comercian con vida silvestre para lograr enormes ganancias financieras a través de cadenas de suministro globales ilegítimas e ilegales, desde la caza furtiva y el transporte, hasta el procesamiento y la venta de especies protegidas y no protegidas.

Según el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), el comercio de vida silvestre alimenta la corrupción, promueve el fraude complejo y la evasión fiscal, amenaza la biodiversidad y tiene un impacto negativo significativo en la salud pública y la economía mundial. La INTERPOL y la ONU, estiman que el comercio ilegal de vida silvestre asciende a la asombrosa cantidad de 20.000 millones de dólares anuales.

Si bien el comercio legal de vida silvestre está regulado por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, los arrestos y condenas por tráfico ilegal de vida silvestre a nivel mundial son raros.

¿Por qué deberíamos detener el tráfico de vida silvestre a nivel mundial? La respuesta es tanto social como conservacionista.

Amenaza biológica

Las enfermedades zoonóticas se derivan de virus, bacterias y otros patógenos que se transmiten entre animales y humanos. Los Centros para el Control de Enfermedades advierten que el tráfico ilegal de vida silvestre es un catalizador de virus humanos, con el 60% de las enfermedades infecciosas en personas clasificadas como zoonóticas. Estos incluyen COVID 19, Ébola, MERS y SARS.

Un informe del GAFI de 2020 advierte que «la propagación de enfermedades zoonóticas en los últimos años subraya la importancia de garantizar que los productos de la vida silvestre se comercialicen de manera legal, segura y sostenible». Esto se debe a que cuando los humanos entran en contacto con estas enfermedades, es más probable que contraigamos los virus, los transmitamos a otros y desarrollemos más dificultades para combatir las mutaciones virales, como es el caso de la variante Delta de COVID 19.

Amenaza de conservación

Especies enteras están cambiando o muriendo debido a los delincuentes que realizan el comercio ilegal de vida silvestre, lo que genera un grave problema de conservación con efectos negativos en la viabilidad de muchas poblaciones de vida silvestre y constituye una de las principales amenazas para la supervivencia de varias especies de vertebrados.

Un artículo reciente en NewScientist señaló que las hembras de elefante en Mozambique evolucionaron rápidamente para dejar de tener colmillos debido a la intensa caza furtiva de marfil durante la guerra civil del país. Una de las mutaciones involucradas mata a la descendencia masculina. Lo mismo está sucediendo en Sri Lanka, donde menos del cinco por ciento de los elefantes asiáticos machos todavía tienen colmillos.