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Los cien años de Pancho Villa en la FILBo

Algunos recuerdan a Pancho Villa como una leyenda cultural. Cuando se recorre el norte de México, en los taparruedas de los camiones se lee “¡Viva Villa Cabrones!”, como un simple referente para que les quede claro a los antivillistas que sus ideas perduran.

El mito resulta casi tan divertido como la realidad, y cada vez que se habla de Pancho Villa se generan un sinfín de historias, todas distintas, algunas acertadas y otras no tanto. Es así como se ha ido alimentando la biografía de este héroe revolucionario mexicano.

En el centenario de fallecimiento de Pancho Villa, el gobierno mexicano se ha encargado de promover una imagen más realista del líder revolucionario. Este acontecimiento ha motivado el surgimiento de autores que narran su biografía, como Paco Ignacio Taibo II, escritor, político y activista de izquierda, y Pedro Salmerón, historiador e investigador, quienes han dedicado gran parte de su vida a reconstruir sus pasos.

“Se dice que Villa era inculto, y lo era. ¿Qué tipo de cultura puede tener un huérfano campesino en una comunidad aislada, sin acceso a nada? Sin embargo, diría que lo primero que él leyó fue Los tres mosqueteros. Para mí, eso es significativo porque no solo es un libro de capa y espada, sino que es la esencia del ‘todos para uno y uno para todos’”, expone Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica (FCE) de México.

A su vez, se dice que Villa fue un personaje que tomó seis veces una decisión fundamental en su vida, o sea, que tuvo seis vidas. Nació como humilde peón de campo, hijo de un jornalero que trabajaba en un latifundio de Durango, y quedó huérfano de niño.

“Parecía estar condenado a la miseria. Nunca fue a la escuela y, de pronto, a sus 16 años vino el primer cambio: decide que no quiere convertirse en el jornalero en el que se convierten los niños de su edad, y se convierte en bandido”, comentó Salmerón, especialista en estudios de la Revolución Mexicana.

Según la leyenda, rebeldía de Villa despertó cuando su patrón intentó abusar de su hermana. Aunque esta información no está corroborada, lo que sí se sabe es que a los 16 años hubo una explosión en su ser que lo hizo rebelarse por completo.

Un político muy inteligente y sensible, como lo fue Abraham González Casavantes, lo convenció de que el odio que sentía por los opresores, los hacendados y la dictadura tenían que dar un vuelco al cambio, y es ahí donde surgen las razones políticas de ese campesino que, con sed de justicia y cambio, lo enfilan como capitán de ese sentimiento revolucionario que está empezando.

“Tras un duro aprendizaje, en las primeras semanas se convirtió en el más eficaz de los capitanes guerrilleros de la nueva revolución, y terminó con el grado de coronel. Luego se sumó a otras guerras como guerrillero, se reivindicó en varios sectores de la población hasta irse convirtiendo, poco a poco, en ese caudillo revolucionario”, complementó Salmerón.