Según el Occupational Fraud 2024: A Report to the Nations de la ACFE, publicado en Marzo del 2024 las organizaciones a nivel mundial, pierden en promedio el 5% de sus ganancias por fraude cada año.
En este mismo informe la ACFE estima que la pérdida promedio por caso a nivel mundial es de USD 145.000, mientras que para América Latina y el caribe la pérdida promedio por caso de fraude asciende a USD $250,000.
Con respecto a la banca, las cifras dependen de cada país, pero en promedio hoy se estima que los fraudes con tarjetas de crédito ascienden a entre 200 y 300 millones de dólares anuales. Tan solo en el mercado financiero Chileno este número podría ascender en 2025 hasta los 400 millones de dólares acumulados si es que las instituciones no toman medidas preventivas al respecto, según los últimos datos de la comisión para el mercado financiero (CMF).
Gerardo Schudeck, CEO de Ceptinel, los define como “una persona o un grupo de personas que mediante diversas maneras o herramientas trata de sacar un provecho ilegal a un instrumento o un producto financiero, entendiendo como producto financiero una cuenta corriente, un crédito hipotecario, por ejemplo, o un canal de distribución, como tarjetas de crédito o cajeros automáticos. Incluso, cuentas de ahorros”.
También son considerados fraudes financieros los actos ilegales cometidos en el segmento de los seguros mediante pólizas con coberturas personales de salud, vida o fallecimiento. Esas acciones consisten, en varios casos, en la suplantación del beneficiario.
Otra práctica delictiva frecuente es defraudar las coberturas médicas para conseguir reembolsos u otro tipo de beneficio económico. “En resumen, sería considerado un fraude toda práctica que haga uso de instrumentos, canales y productos financieros para cometer ilícitos”, explica.